Yaru llevaba ya alrededor de
tres meses como guardaespaldas de Elma cuando al cumplir los 26 años
le llamaron del consejo de sacerdotes.
Él se presentó acompañado de
Elma que no quiso perdérselo.
-Señor Yaru, le hemos llamado
porque al cumplir los 26 años tiene usted edad de formar una familia
En ese momento entró una chica
morena con pelo corto de ojos marrones y grandes, muy bien vestida,
se llamaba Angy, era de una estrella como Yaru y trabajaba de
funcionaria. Yaru no necesitó que nadie se lo dijera, lo llevaba
escrito en el cuello visible a todo el mundo ya que las funcionarias
no podían dejarse el pelo largo como Elma.
-Mira aquí tenemos a tu futura
esposa
Yaru levaba años soñando con
este momento pero ahora estaba locamente enamorado de Elma desde el
día que la conoció y la noticia de su matrimonio le sentó como un
jarro de agua fría por lo que
no
pudo evitar una mueca de disgusto.
-¿Algún problema? ¿No estas
contento con la elección que te hemos hecho?
-No sé... es que no la conozco
de nada
-No se preocupe por eso, hemos
fijado la fecha de la boda dentro de dos semanas, después ella se
irá a vivir contigo y tendréis el resto de vuestra vida para
conoceros
-Es que... ¿Cómo saben ustedes
que haremos buena pareja?
Ese comentario enojó al
portavoz de los sacerdotes que cambió el semblante por uno muy
serio.
-¿Osas cuestionar los métodos
de elección del consejo? - Entonces se apoyó sobre los codos y se
inclinó hacia adelante como para acercarse ligeramente a él –
Crees que un simple agente de la ley como tú puede encontrar una
esposa mejor que Angy?
-No es eso, eminencia, por
supuesto que no, pero ¿Y si entre nosotros no hay amor?
-¿Amor? ¿Cómo sabes tú qué
es el amor?
Inconscientemente dirigió una
leve mirada al público justo donde estaba Elma, el sacerdote
conocía a Elma, al igual que a su padre, al momento lo entendió.
-Ya entiendo, no te preocupes,
no hagas caso de lo que hayas podido oír a decir a Elma sobre el
amor, tú y Angy os casareis y os amareis por toda la eternidad, eso
te lo garantizo yo y para borrar tus posibles dudas, te voy a recetar
50 latigazos, así aprenderás a no dudar de la palabra de un
sacerdote.
Unos agentes se llevaron a Yaru
a otra sala, mientras Angy volvía a sus quehaceres. Elma se fue
corriendo a hablar con el portavoz.
-¡Por favor Farnaro! ¿Hacen
falta los latigazos?
-Tú también, bella Elma
quieres cuestionar mis decisiones
Elma frenó en seco, no podía
dejar que se notara que amaba a Yaru.
-No, pero es mi guardaespaldas y
lo necesito
-Pues no te preocupes, en diez
minutos lo tendrás aquí y, sin ganas de hacer preguntas
-¿Qué tienen de malo las
preguntas?
Farnaro la miró sorprendido.
-Todo, hacerse preguntas, es el
principio del desorden y después viene el caos, el Orden se basa
precisamente en eso: En que todo el mundo debe cumplir su trabajo sin
hacer preguntas. Si una persona osa cuestionar una decisión del
consejo debe ser castigada por ello si no, todo el mundo se creería
con derecho a cuestionarnos.
Elma salió a fuera y esperó a
Yaru en la puerta, estaba terriblemente enojada, en cambio él salió
visiblemente molido. Juntos volvieron a la mansión Manrou, cuando
estuvieron seguros que nadie podía oírles ella dijo:
-¡No pienso permitir que te
cases con esa furcia! Te quiero y no te pienso compartir con nadie
-¿Y qué quieres hacer?
-Escucha, ves aquella montaña
que se ve a lo lejos dicen que allí vive un ermitaño muy sabio, tan
sabio que lo desterraron de la ciudad, dicen que él tiene todas las
respuestas, iremos y le pediremos consejo
Yaru observó la montaña que se
veía al norte donde señalaba Elma, debía estar a unos tres o
cuatro días a caballo suponiendo que las bestias no les comieran
antes necesitarían una semana al menos por ir y volver, no había
ninguna manera de justificar esa ausencia.
Elma le pidió a su padre un
carro con cuatro caballos con la excusa de ir al lago, preparó
provisiones para aguantar unos días y es que, en las casa de los
sacerdotes había comida de sobra. Yaru en cambio, se preparó todas
las armas que tenia en casa y toda la munición, seguramente no seria
suficiente para matar a las bestias que se encontrarían por el
camino pero era lo único que tenían.
Al día siguiente salieron
temprano de las murallas que protegían la ciudad y se dirigieron al
lago.
Alrededor de la ciudad todo lo
que habían eran campos de cultivo donde se cultivaban mucho trigo y
todos los alimentos necesarios para abastecer la ciudad, cuando se
iban acercando al lago, ya sólo veían arrozales. Justo antes de
llegar al lago Yaru le asestó un golpe de karate al cochero y lo
dejó caer al suelo inconsciente.
Después cogieron rumbo a la
gran montaña. No había camino, pero iban por un sendero cuando les
pararon unos cazadores. Habían cazadores que hacían a la vez de
vigilantes: Impedían que las bestias salvajes se acercaran a la
ciudad y también que nadie pudiera escapar.
-¿A donde vais?
-No te lo puedo decir: Es una
misión secreta por orden de mi padre el sacerdote Manrou –
Contestó Elma muy decidida
-¿Lleváis una autorización
por escrito?
-No, entonces no seria secreta
El cazador dudó, sabia que la
respuesta no era la correcta pero no se atrevió a llevarle la
contraria a la hija de un sacerdote.
-No lleváis escolta
-Sí, Yaru es mi chófer y mi
escolta
-¿Si? ¿Qué arma lleváis para
defenderos?
-Esta, mi arma reglamentaria -
Dijo enseñando su magnun 44.
-Eso de poco te servirá con las
bestias salvajes que os podéis encontrar
-Lo sé, pero como ha dicho ella
esta misión es secreta
El cazador suspiró hondo, es
posible que esto le costara un castigo pero moralmente no podía
dejarlos ir sin un rifle así que le entregó el suyo a Yaru.
-Toma, cuidamelo y a la vuelta
me lo devuelves
-Muchas gracias, prometo
devolvértelo
Una vez hubieron pasado de la
zona de los cazadores Yaru le preguntó:
-¿Crees que regresaremos?
Ella lo miró muy seria y
respondió
-Si es para ver como te casas
con otra, prefiero no regresar
-Es posible que pronto seamos la
cena de alguna bestia salvaje
Más adelante se encontraron con
alguna bestias salvajes, la mayoría no parecían peligrosas aunque
vieron algunos capaces de hacer añicos el carro y a ellos.
-Mira, eso son rinocerontes, no
te preocupes son herbívoros, no nos harán nada si no les provocamos
nosotros
-¡No te preocupes! Lo último
que se me ocurriría es provocar a una bestia así
-Mira, esos son los peligrosos,
se llaman leones
Yaru observó a esa especie de
gatos gigantes, pensó entonces que para ellos, él era poco más que
un ratón apetitoso
Llevaron buen ritmo de viaje
durante todo el día. Cuando el sol empezó a ocultarse decidieron
parar y que descansaran los caballos. Entraron en un pequeño bosque
para estar más resguardados. Ataron los caballos a un árbol aunque
les dejaron cuerda para que pudieran comer y para ellos dos,
improvisaron una especie de tienda de campaña dentro del carro. No
les protegería de los leones pero por lo menos estaban resguardados.
Por la noche les despertó un
ruido, Yaru salió rápidamente y vio a un gato gigante derribando a
uno de los caballos, era algo más pequeño que un león, y levaba
todo el cuerpo lleno de manchas. Yarú le disparó con su magnum. El
animal dio tres saltos y desapareció por encima de los árboles.
Yaru se acercó a ver el caballo
herido y comprobó que la herida era mortal, de hecho el pobre estaba
agonizando, otro de los caballos había roto la cuerda y había huido
asustado pero todavía les quedaban dos.
-¿Qué era eso?
-No lo sé, pero no era un león
y... dio un salto y se subió a ese árbol... luego al otro, nunca
había visto nada parecido en mi vida
-Claro, por que nunca antes
habías salido de la ciudad
Yaru no consiguió dormir
tranquilo. Al día siguiente al levantarse se encontraron con una
sorpresa: El caballo muerto había desaparecido. Siguieron el rastro
de sangre y desaparecía a unos cien metros más adelante al pie de
un árbol.
-¿Quieres decir que ese animal
ha podido subir un caballo a un árbol?
Los dos se miraron extrañados
pero ninguno de los dos se atrevía a decir como lo podría haber
hecho, y desde luego sabían que tenían suerte de estar vivos. Sin
perder más tiempo ataron los dos caballos que quedaban al carro y
emprendieron la marcha.
Estuvieron varias horas
avanzando hacia la gran montaña hasta que tuvieron un accidente. Los
caballos y el carro cayeron en un hoyo, no demasiado grande pero los
caballos se hicieron daño y el carro se rompió.
Por suerte a ellos no les había
pasado nada pero a partir de entonces deberían continuar a pie.
Cogieron las provisiones y las armas y emprendieron el camino.
-Por un lado bien – Dijo ella
– de esa manera tenemos excusa para no regresar
-No te confundas, nos hemos
salido mucho de la ruta y seguimos en dirección contraria, además,
seguro que hoy ya nos están buscando
-Pues pasemos por aquel bosque
así no nos encontraran tan fácilmente
Por dentro del bosque, además
los árboles les protegían del sol pero había un inconveniente:
Habían infinidad de animales a cada cual más extraño por suerte
ninguno intentó atacarles.
Cuando llegó la noche tuvieron
que acomodarse debajo de un arbusto. Por suerte habían cogido una
manta del carro con la que taparse. Elma durmió a pierna suelta pero
Yaru se despertaba a cada momento, cualquier ruido, cualquier animal
le despertaba, allí tapado no podía saber si alguno le querría
atacar, y es que, no se quitaba de la cabeza el gato gigante atacando
al caballo.
Por suerte nadie les atacó
durante la noche. Despertaron y ya no les quedaba nada que comer, así
que continuaron la marcha en ayunas.
Pasado mediodía llegaron a la
falda de la montaña y vieron la cueva. Dentro había el ermitaño en
posición de flor de loto vestido con un taparrabos y dos palmos de
barba.
-Señor, por favor, tiene algo
de comer
-No
-Tenemos mucha hambre
-¿Y por qué no coméis?
-Contestó el ermitaño como si fuera lo más fácil del mundo
-No llevamos comida
Acto seguido se levantó y salió
hasta fuera
-¿No veis todos esos frutos que
tienen los arboles? Son comestibles, podéis comer cuanto queráis
Una vez hubieron comido
-Señor nos han dicho que es
usted muy sabio
Los miró un instante.
-Tú te llamas Yaru y eres
policía, tú te llamas Elma y eres una niña rica, venís de la
ciudad porque no os dejan casaros ¿No es verdad?
-¿Cómo lo ha adivinado?
-Porque lo lleváis escrito en
la cara y bueno, una niña rica nunca huiría de la ciudad si no es
por amor
-¿Niña rica?
-Sí, el sistema de estrellas es
un invento de los gobernantes para tener al pueblo esclavizado
-¿Cómo?
-Sí, igual que un burro se ata
a la noria, sin que nadie le pregunte, a la prole se la somete sin
darle opción a rechistar
-Pero, cada uno tiene una misión
¿no?
-No, eso es lo que ellos quieren
que creáis
-Y ¿Qué podemos hacer?
-Huir al edén, allí nadie os
dirá lo que tenéis que hacer
-¿Donde está el edén?
-Seguid la cueva, os llevará
hasta un valle donde podréis vivir en paz